9/29/2008

Sri


En India existe una búsqueda cultural infinita en pos de la sabiduría. Allá creen que además de los fenómenos aparentes hay en todos nosotros algo profundo, divino, constante e increado con lo que podemos conectar y descubrir desde ahí la felicidad. Sólo si somos pacientes, devotos, creyentes y con la suerte de encontrarnos con un guru, un guía. Pero India, como todos los países, es una cornocupia de ocupaciones y gente. De todos tipos: generosos, ambiciosos, espirituales, iluminados, estudiantes, maestros, ricos muy ricos y pobres muy pobres, quizás los más pobres del mundo. Pero eso no importa pues la verdadera riqueza está en el corazón. Al menos así debemos saber los verdaderos y devotos educadores. Y no es casualidad que la historia de la educación surga desde las religiones y las iglesias, que la sitematización de los contenidos educativos se haya hecho en y por personas religiosas y que hasta el día de hoy -a pesar de la secularización democratizante que no es sino otra forma de fe y dogma- las instituciones religiosas y las ideas e ideales espirituales o moralizantes, éticas en último caso, tengan una preponderancia innegable en la educación de cualquier tipo a nivel mundial.
A pesar del refinamiento social para entrenar estas cualidades los grandes maestros de la India siguen surgiendo como por arte de magia, la magia divina de los miles de dioses religiones y realisaciones que coexisten en el subcontinente. Tal vez este opúsculo era para investigar a propósito de la espiritualidad tan omnipresente en India y desde ese lugar atender los modos de trasladar valores universales como el amor y el bien común a nuestras alicaidas sociedades del "sálvese ud. mismo". O tal vez era para presentar a esta preciosa dama sagrada.

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