3/16/2009

En Buen Pie


Sueños y maravillas en el jardín del poeta. Los primeros me dicen sin sombra de duda que es correcto, que el camino es enseñar, ¿pero qué? no las enciclopedias o las fórmulas, que son para el deleite personal y familiar, que por conocidas parecen inofensivas pero nos atrapan e inmovilizan en la comodidad de la pereza. No las trampas o urdiembres, la charlatanería que nace de proteger nuestro territorioy vendernos como amigos para hacer aliados y reforzar egos. Menos aún las bellezas vanas y fatuas, los éxitos que sustentan a los falsos ídolos, los espejismos que enseñan a creer en territorios perfectos y vidas sin dolor, y por último, nunca enseñar la precisión inequívoca, la racionalidad fría e inhumana que descarta cualquier opción de sufrimiento pues no lo entiende, que niega las emociones, que no entiende la belleza y la perfección de lo que simplemente es.
Si enseñar la confianza, la valentía y la gentileza, enseñar a otros la belleza y perfección de su naturaleza y el gozo y bendición sagrados que nacen de estar simple y totalmente presente en sólo ser humanos.
Las maravillas me venían de antes, pero en el exceso no las entendí sino fuera por su condición punzante y definitiva. Y la maravilla es estar aquí.