10/23/2007

caminata, tránsito, camino...


En las alturas del planeta el hombre se somete a una prueba más mental que física. Sobre los tres mil metros el oxigeno escasea, el viento cuando sopla hiere, el frio seco y penetrante rasga las vestiduras. Las alturas del mundo han engendrado pueblos y gentes dedicados a investigar las tecnologías de la mente, lamas en Tíbet; o a transitar las cumbres con la naturalidad de las rocas o el viento, como los sherpas de Nepal. De toda investigación u ocupación una de las que más pueden enseñar a una persona de sí mismo es la de pasar tiempo en la naturaleza, sin electricidad, sin calefacción, sin camas cómodas, sin aire envasado. Una expedición evidencia lo real de la gente, su humanidad más básica, su lucidez mental. La altura unida a la naturaleza inmensa de las montañas expone nuestra mente y corazón. Para ver qué personas somos y qué personas queremos ser es una buena idea el desarrollo de la educación en la naturaleza. Este puede ser el punto de partida para desarrollar la conciencia ecológica, la humiladad, el amor a nuestro mundo.

foto: 3000snm.



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