Los títulos pueden ser increiblemente diversos, inspirados, jocosos, o sosos. Al menos de tres maneras. La raya para la suma indica que la potencia de las imágenes revela al lector atento -al intérprete lúcido que permitese permeabilidad por códigos simbólicos imbuidos memética y geneticamente- comprender más allá de las palabras y las interpretaciones profundas, ciertas, evidentes características de verdad. Verdad más allá de cualquier intento de destrucción o de crítica. La crítica es la viga en el ojo insatisfecho y envidioso del artista. No la viga que separa las aguas del lenguaje poético, ni la viga que permite al místico desenfocar sus bastones para observar auras. Tampoco es el puente que une al soñador con el mundo astral, ni la cuerda que nos mantiene lúcidos y soñadores. A veces, también muy ciertamente, las palabras pintan telas indescifrables plenas de certecitud, de felicidad, de mensajes de vida y de enseñanzas para quien está atento a leerlos. Pero en las imágenes, en la sonrisa de una foto, en el verde del árbol, en esas características felices que conjugan el instante irrecursible creado a partir de la materia impermanente del tiempo y que surge en el tiempo, en esas imágenes, en todas las imágenes, está la verdad del conocer, sólo si así queremos.
«Escribir», de Marguerite Duras
-
Fragmento / Traducción de Ana María MoixLa soledad de la escritura es una
soledad sin la que el escribir no se produce, o se fragmenta exangüe de
buscar qu...
Hace 2 días
No hay comentarios:
Publicar un comentario