8/25/2007

desde el lugar de cóndores

cada tanto

Con esto de que pasa el tiempo, los años; vuelvo o aparezco en tierras o escritos sin mucha solución, estas letras que me dicen más bien a mí solo, sólo. Ahora que se asienta la experiencia y que algo, lo que sea, pasa, resulta que más bien lo único posible es la posibilidad de cambio, el regalo práctico de la vida y de lo que cambia constantemente... digamos que si pensara que el escrito anterior, o la palabra que antecede es o puesta por uno que permanece, algo así como lo que decía kavafis, esto de permanecer, ya en la letra, ya en el poema, o en la vida, es a la larga algo imposible, y más bien malo. Sí, malo el permanecer en la inmutabilidad estática, sólo desde este lugar inmutable y fijo es cómo se puede producir pérdida, dolor, mal... entonces el mal es la posibilidad de perpetuarse o permanecer, nada que ver con el cuerpo o con alguna categoría o idea; el mal es la fé bastante obtusa que se pone en la inmutabilidad de lo que sea. salvo la imutabilidad de lo basal y creador, salvo que las preguntas están ahí o acá para ser respondidas en la medida de quien pregunte; y al fin y al cabo que ya nisiquiera estoy claro de la necesidad de nada, sí experimento la continuidad innefable de los fenómenos en la práctica... pero cómo iba a enseñar estas cosas si no es con una cuota de locura, rigor, lucidez, amor, conciencia del fondo o final o escencia y humor; me enojé y pasó, fui feliz y acabó, conocí a una persona que muerta está; y no importa qué haga, si no muero no seré humano y si quiero morir rápido no realizaré qué es ser humano, un atado entre paradojas, un número o cuerpo infinito que mide y disminuye la distancia; lo mismo arriba como es abajo; y claridad y tinieblas.

8/16/2007

la muerte de un maestro

Había dedicado su vida al dharma, las enseñanzas de la naturaleza propugnadas con valentía por su maestro el gran guerrero diamantino. Lo que enseñó era más antiguo que cualquier idea filosófica, una visión no teista de las realizaciones espirituales. Yo lo amaba, con distancia y celo, de un modo egoista, pues bien, es cierto, quería que se quedara para siempre, pero su mejor lección fue haber partido con esa iluminación súbita. Quizá qué pasará en el próximo instante. No está resuelto, sólo queda flotar en la corriente positiva de dedicarnos al bienestar de los demás con valentía y arrojo como lo hacía él, viajando constantemente por el mundo, donde se le requería para entregar su sabiduría brillante y profunda. Su partida nos unió como sangha más allá de lo que podemos realizar hoy. Su recuerdo está tibio y presente. Los dralas de shambala llenan la casa con su presencia, él está practicando ahora, inseparable de su guru perfecto. Si para alcanzar la iluminación es necesario un maestro perfecto qué bueno que tuvimos a Simón