1/04/2007

trascendido

había que hacer algo con esto del cambio en el calendario, ya saben, aunque es claro que nada cambió mucho. Más allá de convencerme que nada es casual, que la visión de las coincidencias y su entrecruzamiento no es necesariamente simbólico ni determinante y que bueno, la continuidad de la conciencia es principal en ese proceso de identificación de correspondencias, la sensación de los sentimientos y la percepción sensible de las emociones son hasta el despertar el mejor método de trabajo, pero, ¿hasta dónde queremos llegar? ¿qué queremos realmente saber o ignorar? necesariamente relacionado con el final de un año acabé esa madrugada de fiestas y brindis con conversaciones apocalípticas. Vivir el fin de los tiempos y disfrutar enormemente de estos momentos. Es claro que para cualquier generación humana se vive, en forma irrecursible, el fin de los tiempos. No se puede negar el envejecimiento y la muerte, son las circunstancias humanas que posibilitan la vida, aunque los textos taoístas chinos insistan en la presentación de inmortales y procesos alquímcos para su consecución, o la biomédica occidental se afane en la solución y prevención de los "responsables" de la muerte (y su corolario crónico, el envejecimiento); responsables que fueron bacterias, viruses, ahora enfermedades más complejas e indeterminadas -llámense cánceres o sustancias degradadoras productoras de envejecimiento-. El final, si es que existe y a alguno de veras interesa, está teñido de muerte. no podemos, aun, pensar el fin de la vida sin la muerte. A pesar de la continuidad prometida en la tradición religiosa, a pesar de las percepciones extrasensoriales, a pesar del enfoque positivo de una muerte como la coronación y punto cúlmine de la vida. Básicamente la muerte sigue representando el fin de los procesos subjetivos y de las interacciones personales directas entre seres ufanos de sus capacidades, la comunicación -espiritual, racional y física- como la más importante, quizá la única experiencia real de lo humano, si aceptamos la posibilidad de estirar el entendimiento de la comunicación hacia estos tres ámbitos y además, gracias a complejos aparatos conocidos como sistemas de escritura, perpetuar la comunicación en el tiempo, algo así como un premio de consuelo a la inmortalidad. No es todavía el momento de aventurar o proponer teorías sobre la posteridad y qué significa ser famoso(s), cuando es definitivo que todos morimos. Frente a esto, qué hay, la posibilidad de estirar las posibilidades en un vitalismo competitivo -desarrollo personal, éxito empresarial, logros deportivos- , la repetición imitativa de procesos básicos -familia, trabajo, amistades, eduación- , la sublimación personal en el ámbito socio-sagrado -entregar la vida a una causa, misión, religión, camino de búsqueda-. Más que estos sistemas y sus interrelaciones enriquecedoras, las posibilidades de lo humano quedan limitadas a esta "infinitud".
"There are more things", necesariamente, ¿dónde? ¿es acaso la posibilidad divina social, científica, cognoscible? ¿está la subjetividad condenada al nihilismo patológico, a sufrir, al dolor de su infinito, de ese "aleph" cada vez más empequeñecido? ¿la expansión, protracción o repliege del universo, las fechas o eras de "tiempo" representan plazos improbables o reprochables ficciones? ¿cúal es el origen y fin de las preguntas y quién es, de dónde viene este que se las hace, es una casualidad, una ficción, un capricho, el summum bonum del Kosmos, la cúspide de la creación o simple polvo cósmico insolente? Ya veremos, no es cuestión ni de tiempo ni de comprensión, está más cerca de la locura y la ignorancia que del trabajo y el amor. últimamente, serán puntos de la línea.

sal de la tierra